CAPITULO 2: Samsara y Natación
- AUTORES PUNTO 10 -CREACIÓN LITERARIA IDARTES
- 22 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Autora: Andrea Vergara Silva
NOVELA EN ENTREGAS.
Fue en esa laguna sagrada, ese portal a la divinidad en donde comprendió finalmente y con claridad que vivía en una ilusión.

A fuerza de desengaños, pero también por instinto, o más bien por intuición, Maite Villalobos comenzó a meditar. Se puso en el internet con el sabio Google, atendió a un par de tutoriales con el maestro YouTube y ya. Sabía en su fuero interno que esta práctica le ayudaría a superar las dificultades del momento y a trascender de manera definitiva el autosabotaje crónico: la rabia, el engreimiento, la soberbia, los celos, la posesión, y la vanidad. Pero no sospechaba en ese entonces, las maravillas que le deparaba el viaje voluntario a las profundidades de la Consciencia. Solo intuía que debía usar ese instrumento asequible y gratuito, para sobreponerse a los retos que afrontaba en su matrimonio. Si algo la caracterizaba, era la disciplina.
"Luego meditar se convirtió en una necesidad, una segunda piel y después en una parte esencial de su existencia"

Disciplina para estudiar, para trabajar, para atender a sus hijos y a su marido, para mantenerse en forma, para cocinar sano, para ser buena mama en lo humanamente posible…disciplina, disciplina, disciplina. Por ello meditar disciplinadamente fue algo enteramente natural, adoptó el hábito casi sin esfuerzo al comienzo; luego meditar se convirtió en una necesidad, una segunda piel y después en una parte esencial de su existencia, que poco a poco le permitió transmutar Ego en Amor, Compasión, Perdón y Agradecimiento.
Siempre se consideró una pseudo atleta. El deporte le fascinaba más que todo por el reto. Jugó tenis, fue buzo a pulmón libre, corrió millas y millas, practicaba el ciclismo y el yoga. El ejercicio era una manera de demostrarse a sí misma de lo que era capaz, sin que nadie más lo pudiera evaluar. Solo ella sabía hasta donde se había empujado, cuántas millas había corrido o cuántos metros había nadado. Pero había algo más: Durante el ejercicio sentía que se conectaba con su Ser, es decir con su Ser superior. Había algo relacionado con las demandas físicas del ejercicio que le permitían entrar en su zona Zen. Respiración, movimiento, respiración. Y aunque evidentemente disfrutaba de muchas formas de ejercicio, era la natación la que le permitía adentrarse en su espacio más esencial. Sobre todo, si estaba nadando en un medio natural. Ella era una con el agua, la sentía su amiga, su aliada, su protectora, su hermana.
"Durante el ejercicio sentía que se conectaba con su Ser, es decir con su Ser superior"
Se fundía con el agua. De hecho, fue Walden Pond, esa laguna mágica de los poemas de Thoreau, quien

le comunicó que su matrimonio tenía un fin cercano. Fue en esa laguna sagrada, ese portal a la divinidad en donde comprendió finalmente y con claridad que vivía en una ilusión. Ella acudía de manera intuitiva y compulsiva a nadar en Walden Pond cada vez que se presentaba una oportunidad, sostenía un diálogo con esa pequeña esmeralda líquida que le brindaba toda la sabiduría que ella era capaz de absorber por sus poros. Se entregaba a su abrazo, y con entera confianza dejaba fluir la información que su aliada le proporcionaba.
El momento presente: es ahora…y ahora también…y ahora también. Solo existimos en este preciso instante. Pero ya no somos en el instante anterior y aún no somos en el siguiente. Inhalo y Soy exhalo y Soy.
Samsara: el ciclo de ignorancia y dolor en donde sufrimos las consecuencias del temor hasta que aprendemos a vivir el eterno presente, la presencia Yo Soy.
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